Sobre el Temor a Dios
Cuando oímos hablar del Temor a Dios tenemos una noción muy diferente a lo que verdaderamente es. Creemos que el temor a Dios es como un tenerle pavor a Dios; como si hubiera un Dios que está siempre observándonos, esperando que hagásemos algún pecado para castigarnos con “rayos y centellas”. Sin embargo, el temor a Dios no tiene que ver nada ni con castigos, ni con miedo, ni con pavor. Tiene que ver con el amor.
Según San Agustín, la palabra temor significa evitar un mal futuro. En otras palabras, evitar que nos suceda algo malo. Hay dos tipos de temor: el temor servil y el temor filial. Estos tipos de temor nos pueden ayudar a comprender qué es el verdadero temor a Dios.
Temor Servil
El temor servil es cuando evitamos hacer cosas por miedo al castigo que sufriremos. Este temor, no es un temor a Dios perfecto, pues evitamos el pecado por miedo al castigo divino. Es servil, es decir de esclavitud; a semejanza del esclavo que agrada a su amo para evitar cualquier reprimenda o castigo. ¿Cuántas veces hemos oído a alguien que nos dice que si hacemos esto o aquello iremos derecho al infierno y perderemos el cielo? Constantemente estamos evaluando nuestras acciones, si son pecados o no, porque si hacemos aunque sea un solo pecado, nos ganamos el derecho de ir al infierno.
Temor Filial
El temor filial es cuando evitamos hacer cosas, no por evitar un castigo, sino por habernos dado cuenta de que hemos defraudado a Dios, que se merece todo nuestro amor. Es un “Dios no se merece esto por todo el amor que me ha dado”. Es filial, pues se basa en que nosotros somos hijos de Dios. El fundamento principal del temor filial es el amor a Dios, su Amor por cada uno de nosotros y nuestra respuesta de amor para con Él.
En el temor filial cada uno de nosotros reconoce que “Dios es infinitamente bueno y digno de ser amado”. Para amar a Dios hay que corresponder al Amor que Él nos brinda. Es en ese corresponderle a su Amor en que se encuentra el sentido del verdadero Temor a Dios.
Temor a Dios, Don del Espíritu Santo
El Temor a Dios es uno de los siete dones del Espíritu Santo. El Temor a Dios lo hemos recibido como don al momento de nuestro bautismo. Fue fortalecido al recibir el Sacramento de la Confirmación. Simplemente hablando, el no bautizado solo puede llegar al temor servil, mientras que el bautizado, puede y debe procurar moverse de un temor servil a un temor filial. Por medio del bautismo nos hacemos hijos de Dios.
Temor a Dios y el arrepentimiento
El temor a Dios está muy ligado al arrepentimiento. Cuando cometemos algún pecado y vamos al Sacramento de la Confesión, se nos pide un verdadero arrepentimiento. Sin un verdadero arrepentimiento, nuestra confesión no daría verdadero frutos de conversión.
Un verdadero arrepentimiento está basado en un verdadero dolor de nuestros pecados, por la sencilla razón de que hemos ofendido a Dios, Nuestro Padre, quien se merece todo nuestro amor. El temor a Dios es justamente lo mismo; Dios se merece todo nuestro amor. Nuestro arrepentimiento se debe basar en el amor no en que si no me confieso no podré entrar al cielo.
Por ello, en las oraciones de Acto de Contricción que se nos pide que hagamos durante la Confesión, se nos recuerda el cuál debe ser nuestro verdadero arrepentimiento. Para finalizar, les transcribo el acto de contricción que personalmente hago, indicando a que tipo de temor a Dios se refiere.
¡Oh Dios Mío! Con todo mi corazón me pesa haberte ofendido. Aborrezco todos mis pecados por el miedo de perder el cielo y merecer el infierno. (temorservil) Pero más me pesa haberte ofendido, porque eres infinitamente bueno y digno de ser amado (temor filial) . Simplemente resuelvo, con la ayuda de tu gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia y enmendar mi vida. Amén