¿Cómo hacer oración? – Nuestra oración es Cristo Céntrica
Continuamos la serie de artículos sobre la oración basados en el libro “The Better Part: A Christ-Centered resource for Personal Prayer” de John Bartunek.
La oración cristiana: eminentemente Cristo-céntrica.
Lo más importante en la oración es la docilidad al Buen Pastor, es el escucharle honestamente y el responderle con honestidad. Dios es quien trabaja; tú meramente tienes que escuchar y reconocer su voz. Pero, ¿cómo podemos escuchar su voz?
Muchas veces y de diversos modos habló Dios a los padres en otro tiempo por medio de los profetas; últimamente, en estos días, nos ha hablado por su Hijo, a quien ha constituido heredero de todo, por quien hizo también el mundo; el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y sosteniéndolo todo con la palabra de su poder… Por lo cual, hermanos santos, partícipes de una vocación especial, poned vuestras mentes en el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, Jesús. (Hb. 1, 1-3; 3, 1)
La oración cristiana consiste en “poner nuestra mente en Jesús”; el Jesús que viene a nosotros a través de los Evangelios; el Jesús que viene a través de la buena nueva como riqueza insondable en Cristo (Ef. 3,8).
La riqueza de Cristo es insondable porque Cristo es Dios mismo revelándose al hombre; y Dios es infinito. Si queremos conocer a alguien, no es suficiente conocerle desde afuera. Él nos ha abierto su mente y su corazón para conocerle desde su interior: sus pensamientos, sus deseos, sus anhelos, la forma en que ve las cosas, sus preocupaciones. Este conocimiento interpersonal, es decir, este conocimiento de amistad, solo puede darse si la otra persona se nos quiere dar a conocer. Cristo es Dios dándose a conocer, ofreciéndo su amistad.
Solo el Cristianismo puede decir que en Cristo cada uno de nosotros es capaz de convertirse en amigo de Dios; porque solo el Cristianismo ofrece un Dios que se hace hombre, un Dios Buen Pastor que se convierte en cordero para ganar los corazones de sus ovejas:
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe qué hace su señor; a vosotros os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre. (Jn. 15, 15)
La verdadera oración cristiana, por tanto, es una oración centrada en Cristo. Sobretodo, consiste en contemplar a Cristo y hablar con Cristo, el “único Mediador entre Dios y los hombres” (1 Tim. 2, 5). En la oración nos sentamos a los pies del Maestro, para escucharle, para aprender, para amar. La oración sucede antes de la acción; para un cristiano, la vida activa debe surgir de la vida de oración, de la vida contemplativa. Cristo nos lo enseño claramente cuando le dijo a Marta, quien se quejaba de su hermana por los muchos trabajos que hacía y la poca ayuda de ésta, que María había escogido la parte mejor. (Lc. 10, 42).