¿Cómo hacer oración? – Los 4 pasos para meditar
Una visión general
Quizás hayas estado familiarizado con la estructura de cuatro pasos para meditar recomendada por The Better Part. Tomados de las grandes tradiciones espirituales ignacianas y carmelitas, los cuatro pasos que la componen son: Concentración, Consideración, Conversación y Compromiso.
Algunas veces la meditación podría fluir fácilmente siguiendo estos cuatro pasos, uno tras otro. Otras veces, el cansancio, las distracciones o las tentaciones que se presentan, pueden hacer que algunos de los pasos cuesten. En adición, estos pasos pueden entremezclarse de tal manera, que la conversación con Dios sucede espontáneamente. Esto nos demuestra, que la estructura de los cuatro pasos en la meditación no es un fin en si mismo ni una mezcla arbitraria. Más bien, este método pone en marcha los elementos básicos para cualquier conversación de corazón a corazón con Dios. Llevándolos a cabo, proveen un marco de referencia para un encuentro personal con Dios que va más allá de todos los obstáculos que puedan ahogar nuestra vida de oración.
Al principio encontraremos incómodo seguir estos pasos. Nos veremos tentados a caer nuevamente en una mera lectura espiritual; pero al ir profundizándose nuestra vida de oración, esta estructura se hará parte de nosotros. Cuando los niños están aprendiendo sobre baloncesto, tiene que dominar ciertas destrezas fundamentales – el pase, el tiro – de manera individual. Al mejorar estas destrezas, ellos han desarrollado la habilidad de combinar estas destrezas de tal manera, que su juego se han fácil y sin torpeza. Eventualmente, estarán libres para jugar. Así mismo sucede al asimilar esta estructura en nuestra rato de oración.
Nuestro progreso
Tengamos en cuenta que el crecimiento en la vida espiritual o en la vida de oración conlleva tiempo y esfuerzo. Algunas veces podemos sentir que alcanzamos un gran progreso; pero de momento, parece que estamos arrastrándonos en la vida de oración. Otras, parece que no tenemos ningún progreso, que nos hemos estancados, y de momento fluye con gran rapidez.
Esto sucede así, no porque Dios sea caprichoso. Más bien, Èl está misteriosamente guiándonos en una gradual purificación de nuestros egoísmos que se encuentra arraigados en nuestra alma. Puntos de vistas, emociones, ideas preconcebidas – todo esto, porque el pecado original y personal, que aparecen de muchas formas, obstaculizan el flujo de la gracia de Dios. Por ello, aprender a orar bien es como hacer que un terreno baldío se convierta en un hermoso jardín – Dios suple el sol, el agua y la tierra; pero nos toca a nosotros mover la tierra, plantar y regar, no solo una vez, sino varias veces… Pensemos que estos cuatro pasos en la meditación son como nuestras herramientas para hacer hermoso este jardín.
Entender las razones detrás de cada uno de los pasos harán que podamos sacarles su fruto. Incluso, estos pasos pueden ayudarnos a discutir acerca de nuestra vida de oración con nuestro director espiritual. A su vez, una clara idea de lo que conllevan, podrá ayudarnos a entender mejor cualquier otro escrito acerca de la oración. Es imperativo que cada cristiano se convierta en un experto en la oración; porque la oración es una “relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre” (CIC 2558) – una relación que nos da la vida misma y todos los componentes de esta vida con su significado más profundo, más auténtico y más satisfactorio.