La Santísima Trinidad, Un Misterio de Amor
El misterio de la Santísima Trinidad es uno de los misterios más dificiles de explicar. Nuestra inteligencia no puede contener toda la gradeza de Dios. Solo podemos hablar de Dios a través de imágenes y explicaciones carentes de perfección.
Para entender mejor el Misterio de la Santísima Trinidad podemos comenzar con una característica primordial de Dios: Dios es Amor.
Dios al ser Amor, significa que en su misma naturaleza divina solo cabe amar. Para amar es necesario un otro. Un otro que no sea Él, pero a la misma vez que esté a la misma altura que Él. Cuando uno ama algo o a alguien, lo que se ama está fuera de nosotros. Ahora bien, sabemos que aquello que amamos puede, de alguna manera, mejorar o dañar lo que somos. Por eso el hombre ama a una mujer, y la mujer a un hombre, pues son de la misma naturaleza. Los padres aman a sus hijos porque son su misma sangre, decimos. Pero si amamos cosas que no son de nuestra naturaleza, como por ejemplo el dinero y cualquier otro objeto, nuestro ser se denigra hasta el extremo de dejar de ser lo que somos, para parecernos a ese objeto o cosa.
De esta manera, Dios para amar, ama a otro, pero a la misma vez, ese otro tiene que ser de su misma naturaleza. Decimos en el Credo que Jesús es engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre. Jesús, Dios Hijo, es ese Otro, distinto al Padre en cuanto persona, pero consustancial a Él; es decir, de la misma naturaleza que el Padre.
Ese Amor entre Dios Padre y Dios Hijo es tal, que de ahí procede el Espíritu Santo. Cuando uno ama a alguien, ese amor es de tal forma que podríamos decir que se personifica, entra en existencia. Además, ese amor es una entrega total del que ama. Ese amor no es una simple acción, sino un darse totalmente al otro.
Así, Dios Padre y Dios Hijo se aman a tal punto, que ese mismo Amor que se dan entre ellos, es una entrega total de lo que son. Como ambos son Dios, ese Amor que se dan, es también Dios. Ese Amor es otra persona, pero sigue siendo Dios. Ese Amor entre ambos, es el Espíritu Santo.
La explicación más certera nos la da San Juan (1 Jn 4, 7-9):
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
A ella podemos añadir las siguientes palabras de San Pablo (Rm 5,5):
El amor de Dios se derrama en nuestros corazones, por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado.
sus oraciones para que mi casa este en paz y mi hogar