¿Algún santo te enseñó a orar?
Yo aprendí a orar alrededor de los 14 años. Sí, sabía algunas oraciones, como el Ángel de la Guarda; que mi madre me había enseñado, así como otras que aprendí cuando hice mi primera comunión. Pero decir que sabía orar, no lo sabía. Fue Santa Teresa de Jesús quien me enseñó a orar.
En esa época era sacristán en mi parroquia. Para la Semana Santa de ese año, luego de llegar de las misas, estaban transmitiendo por televisión la serie de Santa Teresa de Jesús de Concha Velazco. Quedé fascinado con la vida de esta santa. Creo que fue la primera vida de santos que veía que no fuera relacionada con las historias de la Biblia.
Tuve la curiosidad de conocer más de ella, pero no tenía los medios para hacerlo. No era tiempo del internet. Un día buscando entre los libros que mi tío tenía en su cuarto, pues necesitaba un libro para una tarea escolar, encontré que él tenía el libro de la vida de Santa Teresa de Jesús; su autobiografía. Me devoré el libro. Luego pude ir a varias librerías católicas y conseguí todos sus libros.
Fue ella, a través de sus escritos, quien me enseñó a orar. Fue ella quien me enseñó cómo debe ser la oración de un cristiano.
Existen dos tipos de oración: la oración vocal y la oración mental.
La oración vocal
La oración vocal es aquella que hacemos dejándonos llevar por alguna oración escrita. El Padre Nuestro y el Ave María son oraciones vocales. Ahora bien, podemos caer en la tentación de hacer la oración vocal de mala gana, sin fervor, por rutina, sin tener en cuenta qué decimos y cómo lo decimos. Santa Teresa viene a nuestro rescate. Ella dice: “porque la [persona] que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios” (Las Moradas, Primera Morada #7).
Si decimos el Padre Nuestro, tenemos que fijarnos en cada palabra que decimos. Tenemos que darnos cuenta de que estamos hablando con Dios Padre, y que nosotros somos sus hijos; y que como buen Padre, Él nos escucha. Ni a Dios, ni a los santos les incomoda que le repitamos las mismas oraciones. ¡Cuántas veces los enamorados se repiten los mismos piropos en señal de amor, una y otra vez!
La oración mental
La oración mental es aquella que hacemos en nuestro interior, teniendo presente que le hablamos y nos dirigimos a Dios, con las palabras que nos salen del corazón. Dice Santa Teresa: “que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Vida, Cap. 8 #5).
En la oración mental tratamos a Dios, quien nos ama. Para hacer la oración mental es necesario estar en presencia de Dios. Debemos imaginarnos que Él está escuchándonos cuando oramos mentalmente. También debemos abrir nuestra alma para escuchar sus inspiraciones. (Vida, Cap. 10 #1)
Puedo decir que Dios me enseñó a orar gracias a Santa Teresa. A veces se hace difícil orar, otras veces es grato. Pero lo más importante es no dejar de orar. La oración es hacedora de santos. No debemos tener miedo a orar. Como dice la santa: “No entiendo esto que temen los que temen comenzar oración mental, ni sé de qué han miedo.” (Vida, Cap. 8 #7) Es mucha la ganancia.
Ahora te pregunto: ¿haces oración? ¿Algún santo te enseño a orar?