La Virgen de la Guadalupe y sus palabras maternales
Cuando comparamos las apariciones de Santa María alrededor del mundo, vemos que cada una de ellas tiene uno o varios rasgos particulares. Así, cuando pensamos en la aparición de la Virgen en Fátima, Portugal, nos viene a la mente el rezo del Santo Rosario, la conversión de Rusia, así como su tercer secreto. Sin embargo, cuando pensamos en la aparición de la Santísima Virgen en el monte Tepeyac en México, nos recordamos siempre de su imagen impresa en la tilma de San Juan Diego. Pero, muchas veces nos olvidamos de sus palabras maternales dirigidas al humilde campesino:
¿No estoy Yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás por ventura en mi regazo?
Estas palabras de María fueron dichas para poder acercarnos a Ella. Ella, como Madre de todos los hermanos de su Hijo Jesucristo, nos invita a seguirla, a escucharla y a acudir a Ella en cada momento; en los buenos, pero muy especialmente, en los que más necesidades tenemos.
Ella nos espera, nos escucha, nos acoge. Con Ella, nos olvidamos de nuestros problemas, pues sabemos que si se los ponemos a sus pies, Ella intercederá ante Jesús por nosotros. Y cuando estemos en el ajetreado día tras día, Ella nos mantiene bajo su sombra, es decir, no se olvida de nosotros y vela por cada uno de nosotros.
Acude a Ella, que es tu Madre. Ella que te cubre con su sombra. Ella que te acoge en su regazo, como niño pequeño que necesita de su madre.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas…, mira cuán grande es la mies, e intercede junto a nosotros al Señor para que infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios…