4 formas para conseguir la presencia de Dios en la oración
La oración como díalogo
Para hacer oración debemos formarnos una “idea viva y completa de la presencia de Dios”. La oración es un diálogo con Dios. Para que haya diálogo se necesitan dos. Cada uno de nosotros es una parte del diálogo. La otra parte es Dios. De alguna manera, debemos darnos cuenta de que Dios está presente en ese diálogo. Solo consiguiendo la presencia de Dios en la oración, podemos tener un díalogo con Él. San Francisco de Sales, en su libro Introducción a la Vida Devota, nos habla de 4 formas para conseguir la presencia de Dios en la oración.
Dios en todas partes
Nosotros no vemos a Dios presente, y, aunque la fe nos lo dice, no viéndole con los ojos, nos olvidamos con frecuencia de Él y nos portamos como si estuviese muy lejos de nosotros. – San Francisco de Sales
La primera forma es “pensar que Dios está en todas partes”. No importa dónde estemos; sea en la casa, junto a los demás, o solos en una capilla, Dios está presente. Así como el aire está en todas partes, así está Dios. A veces no nos percatamos de esta realidad y actuamos como si no existiera. Al hacer oración, podemos pensar o imaginar esta realidad. Dios está en todas partes. Así puede comenzar nuestro diálogo. Sabemos que Él simplemente está ahí, junto a nosotros. Él espera por nosotros.
Dios está en nuestro corazón
La segunda forma, es pensar en que Dios está presente “en tu corazón y en el fondo de tu espíritu”. Si Dios está en todas partes, no solamente está fuera de nosotros. Él está también dentro de nosotros. El corazón es el lugar de reunión entre el alma y Dios. Es el lugar privilegiado para el encuetro con Dios, para el díalogo con Dios. Podemos hablarle desde lo secreto de nuestro corazón, sin que nos estorbe lo que suceda a nuestro alrededor.
Jesús nos ve desde el cielo
Pues aunque no le veamos, es cierto que Él nos mira, desde arriba. – San Francisco de SalesLa tercera forma para conseguir la presencia de Dios, es considerar que Jesús nos “mira desde el cielo”. El mira a todos los seres humanos, pero más aún vela por aquellos que están en oración. Si consideramos ésto, entenderemos cómo Jesus nos protege, cómo Jesús vela para que no caigamos en pecado.
Jesús junto a nosotros
En esta cuarta forma, podemos utilizar nuestra imaginación para representarnos a Jesús, en su humanidad, “como si estuviese presente junto a nosotros”, tal como si estuvieramos con nuestros amigos. La imaginación nos puede ayudar a representarnos a Jesús al lado nuestro, como si tuvieramos una grata conversación con un amigo. Nos ayudará el imaginarnos ser parte de una escena del Evangelio; escuchándo sus palabras a la gente, siendo testigos de su nacimiento en Belén.
Cuando estemos delante del Santísimo Sacramento, no necesitamos de la imaginación, ya que Él está presente físicamente. En la Eucaristía está presente el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo. Ésta es la suprema forma de estar en presencia de Él, pues Él está físicamente delante de nosotros.
Indicaciones Prácticas
Para alcanzar la presencia de Dios al momento de la oración, no es necesario utilizar todas las formas antes descritas. Con utilizar una, puede bastar. Si un día no podemos imaginarnos que Dios está en todas partes, nos puede ayudar que lo encontremos en nuestro corazón. Así mismo, si no podemos usar la imaginación para poder represntarnos a Jesús como un amigo, nos servirá pensar que nos mira desde el cielo. Así, unas veces usaremos una forma; si no podemos, usaremos otra. El Espíritu Santo nos guiará, pues Él, como parte de la Santísima Trinidad, quiere que nos unamos más a Dios.